Una Petición sentida

Creo que ya te has dado cuenta de que vivimos en tiempo de pandemia. Un virus nos acecha en cada contacto, cada visita familiar, cada vez que vamos a comprar, tomamos el autobús o el tren…o nos reunimos con los amigos. Estamos avisados del riesgo que supone el contagio, incluso a veces, nos confinamos para que éste no se produzca. Los hospitales están preparados con solícitos sanitarios dispuestos a jugarse la vida por nuestros familiares, amigos, vecinos, por todo ciudadano que lo necesite.

Es un bichito que ataca a nuestras defensas y que cuando entra, lo pone todo patas arriba.

Lo que no se nos ha comunicado es cómo afrontar esta situación además de usar mascarilla, lavarnos las manos con frecuencia, mantener una distancia de seguridad o evitar sitios cerrados donde hay muchas personas. Si, todo esto hay que hacerlo. Pero no basta.

Necesitamos estrategias para gestionar esta crisis de la mejor manera posible, aprovechándola para reconectar con nuestra fuerza interior y nuestra capacidad de resiliencia. Quizás no logremos evitar el contagio, pero si se produce, podemos contribuir a que los resultados sean los más suaves posibles. Y si nos golpea con fiereza, tener los mecanismos dispuestos para asumirlo con la mejor actitud. Y, por último, si caemos o cae alguno de nuestros seres queridos, saber acercarnos a la enfermedad y la muerte con naturalidad y bondad, y así evitar un sufrimiento añadido e innecesario.

Se me ocurre, por tanto, invitarte al mejor antídoto que conozco: la meditación.

La meditación no sólo nos hace más fuertes física y energéticamente aumentando nuestras defensas biológicas, sino que también nos ayuda en lo emocional. Nuestra psique se hace más poderosa, no está tan al albur de cualquier pensamiento contractivo que aparezca. Nos hace más resilientes, con mayor capacidad de aceptación y transformación. Nuestra empatía también aumenta. Nos ayuda a relativizar todo lo que nos ocurre, por muy dramático que parezca. Y nos abre a una conciencia de unidad que da sentido a nuestra existencia. La verdad es que, además de cumplir todos los protocolos, no se me ocurre mejor forma de adaptarnos a esta pandemia que nos ha tocado vivir.

Quizás inicie una campaña en Change.org solicitando que la práctica de la meditación entre dentro de las coberturas de la Seguridad social. ¿Firmarías?

Feliz día.

Gendo